Esta gran extensión permite disfrutar de microclimas y suelos diferentes que se benefician con los vientos y brisas marinas, grandes viñedos que no solo se reconocen por su gran belleza sino porque han permitido obtener vinos de gran calidad con las 14,000 toneladas anuales de uva que se cosechan de las 1,200 hectáreas que los componen y en donde existen viñas con hasta 80 años de edad.
El Valle de Guadalupe es único, mágico y misterioso. Contrastan lo ancestral con lo moderno, lo tradicional con lo innovador; el verde de los viñedos y el ocre, el tostado, de los cerros y las colinas. L.A. Cetto tuvo el privilegio de conocer este valle, (al igual que el de San Vicente y Llano Colorado), cuando la viticultura era todavía la tradicional de temporal, las parras, como su nombre lo dice, podadas como parras. Los viticultores eran ejidatarios o hablaban ruso; se tuvo la suerte de ser parte de esa renovación total, iniciada a principio de los años 70 y que todavía sigue, con la introducción de nuevas variedades, nuevas técnicas vitícolas y nuevos sistemas de riego; L.A. Cetto colaboró para abrir la parte Este del valle a la vid, fue partícipe y pieza fundamental en la construcción y desarrollo de las vinícolas que dieron imagen, prestigio, auge y proyección a Baja California.